El ámbito de actuación de la actividad orientadora, constituye un contexto idóneo para seguir profundizando e investigando sobre la propia orientación, ya que se cuenta con la materia prima que es objeto de estudio de la orientación.
A pesar de que una de las funciones del orientador, junto al asesoramiento, es la investigación y así queda recogida en distintos documentos (ROC. IES), me parece que es una de las funciones menos desarrolladas. No vamos a entrar a juzgar los motivos (sobre todo personales) por los que esta función haya quedado relegada a un segundo, tercer o cuarto puesto, pero sí comentar que tal vez la estructuración del tiempo o del trabajo de los profesionales que se dedican a la orientación, les deje poco espacio para dedicar esta otra labor(¿?).
Creo que son pocas las profesiones, y más con los vertiginosos cambios que se producen en esta nuestra sociedad globalizada a la que hace referencia E. Morin, en las que no sea necesario un constante análisis crítico de las propias actuaciones, así como una formación continua para adaptarse a las nuevas realidades.
Me quedaron muy grabadas unas palabras del profesor A.Lázaro en nuestra visita en TEA cuando las chicas nos hablaban del Dpto I+D. Decía que la investigación es algo imprescindible para que la profesión no sea rutinaria.
Si en toda profesión la investigación es importante, creo que en aquellas en las que se trabaja con personas ésta adquiere, desde mi punto de vista, una mayor relevancia.
Tal como nos presentaban las compañeras, necesitamos conocimientos teóricos para acercarnos a la práctica, pero ésta constituye también una fuente de aprendizajes que nos pueden hacer replantearnos, ampliar o reajustar nuestros conocimientos. Considero importante la flexibilidad para adoptar diferentes enfoques en nuestra práctica que nos permitirán ver las situaciones con un zoom más amplio.
Tenemos que dejar interpelarnos por la realidad y no acercarnos a ella desde una posición de sabios o técnicos. En muchas ocasiones el docente, desde su experiencia práctica, puede mostrarnos conocimientos que enriquecen los nuestros. Por ello, es tan importante el trabajo colaborativo entre ambos, así como con otros miembros de la comunidad educativa, donde nadie se sitúe en una posición de superioridad.
Cumplir con la función de investigadores va a requerir de los orientadores no sólo tiempo, sino también de una preparación adecuada para poder aplicar diversas técnicas tanto cuantitativas como cualitativas por medio de las cuales va a poder obtener un conocimiento, explicación o comprensión científica de los hechos que se va a encontrar en el ámbito educativo y de este modo tratar de dar la respuesta más apropiada a cada caso.
Tal vez la nueva metodología que se está introduciendo en algunas facultades, donde el profesor adquiere una función de acompañante del proceso de formación del alumnado. Este modelo de enseñanza - aprendizaje, que trata de facilitar aprendizajes significativos, precisa de unas condiciones (Ausbel, Novak. 1983):
a) presentar en primer lugar las ideas más generales antes que los conceptos secundarios, utilizando definiciones claras.
b) formular explícitamente las relaciones entre los conceptos que se presentan.
c) pedir a los alumnos que formulen con sus palabras lo nuevo que han aprendido, de esto modo el profesor y el propio alumno se aseguran que se ha comprendido adecuadamente los conceptos, para ello el profesor puede utilizar la mayéutica socrática, y alentar a los alumnos a tener una actitud crítica hacia su propio aprendizaje.
Esta forma de aprender, la cual requiere también de un entrenamiento, puede tal vez proporcionar herramientas y actitudes que dispongan a los futuros profesionales para un aprendizaje continuo a partir de las nuevas situaciones que se le presenten.
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