A lo largo de la asignatura, distintos grupos han hecho referencia a los modelos de orientación, si bien unos se han centrado más en describir unos u otros. Incluso en los primeros temas de evolución histórica, hemos podido comprobar cómo van surgiendo los distintos modelos en función de los paradigmas de la época, de las necesidades, del avance de la ciencia…
Los modelos que hemos visto han sido:
· Modelo clínico o counseling.
· Modelo de consulta.
· Modelo de programas.
· Modelo de servicios.
· Modelo de servicios actuando por programas.
· Modelo de consulta triádica.
Los objetivos y funciones de cada uno de los modelos varían de unos a otros: hay modelos preventivos, otros en los que lo importante es el diagnóstico y no tanto el tratamiento, otros por el contrario se centran en el tratamiento, hay modelos que exigen una intervención más directa del orientador, en otros éste desempeña un papel de guía o asesor, etc.
Ante esta pluralidad de funciones podríamos preguntarnos ¿y qué modelo sería el apropiado? ¿ o hay algún modelo mejor que otro?
En nuestro tema mostrábamos que hay distintos contextos sobre los que actúa el orientador, los cuales exigen una intervención determinada, a veces incluso dentro del mismo contexto el modo de actuar varía. Por tanto podríamos decir, que aunque en un contexto-bien sea educativo, no educativo, comunitario, no institucional- prime un modelo frente a otro, cada circunstancia concreta hará necesaria la actuación desde un modelo u otro. Considero entonces que no podemos hablar de “el modelo adecuado”, sino que todos ellos son necesarios y útiles (incluso complementarios) para atender las necesidades que vayan surgiendo: en ocasiones será necesario el tratamiento, otras la prevención, la consulta, etc. Aunque, tal como hemos visto en los principios de la orientación, uno de ellos es el preventivo, que supone actuaciones de tipo proactivo. Todos conocemos situaciones en las que el problema ya está tan arraigado que es necesario otro tipo de intervención con una función diagnóstica, terapéutica.
Los campos en los que el orientador puede realizar su trabajo son múltiples, aunque siempre tendemos a pensar en el contexto de la educación formal cuando hablamos de la orientación. Tal como hemos ido viendo, las necesidades de nuestra sociedad actual requieren cada vez más de nuestra presencia en distintos contextos. Añadía en este blog la referencia a una noticia en la que se precisaba dotar a los abuelos de herramientas para educar a sus nietos y para no sucumbir en el intento, ya que muchas familias utilizaban a los abuelos para cuidar de sus hijos. También nos añadía Rosa un anexo del COIE de la UAH en el que podíamos ver las distintas áreas de actuación.
Aunque las áreas son muy diversas, y los modelos también, creo que todavía hay que hacer un esfuerzo por introducir nuevos modelos en algunos contextos. A pesar de que desde mi formación de educadora social mi referente es más el ámbito no formal y el modelo de intervención el modelo de programas, quiero hacer una referencia, no sé si será acertada, sobre la institución escolar y los modelos de orientación.
Creo que todos estamos de acuerdo en que la prevención y el desarrollo serían unos de los principios fundamentales de la orientación y de la educación en general. Si desde los centros educativos se busca cumplir, en la medida de lo posible, con estos dos principios, uno de los modelos más eficaces sería el modelo de programas o de servicios actuando por programas. Estos dos modelos requieren un compromiso y un trabajo cooperativo por parte de toda la comunidad educativa, así como otro tipo de servicios (salud mental, servicios sociales...). Pero quiero centrarme sobre todo en el profesorado. Si bien es cierto que éste requiere de tiempo para poder aplicar el programa, de asesoramiento y formación, creo que es una cultura a la que el profesorado o bien no está acostumbrado o para la que no está suficientemente motivado. Por ello es por lo que comentaba que es necesario trabajar para que este modelo de proceder se vaya introduciendo poco a poco en la cultura escolar, tal vez esto deba hacerse desde la formación inicial y permanente. Pero puesto que son evidentes las ventajas de estos modelos, bien merece la pena el esfuerzo por incorporarlos en el contexto escolar.
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