9 de enero de 2009

LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO -Edgar Morin-


Ante la transformación que sufre la sociedad, una vez más, se considera la educación el instrumento más poderoso para realizar el cambio y conseguir un futuro en el que la democracia, la justicia, la armonía, etc. sean los principio que guíen nuestros estilos de vida y de comportamiento. En este texto que la UNESCO solicita a Edgar Morin, se exponen los principio claves que el autor estima necesarios para la educación del futuro y que de lugar a un futuro sostenible.

Antes de adentrarme en el texto, me parece pertinente hacer un alto en la biografía del autor para contextualizar su trabajo:

Filósofo y político francés de origen judeo-español , nacido en Parías (8/07/1921). Se vincula al socialismo gracias al apoyo del Frente Popular y al gobierno republicano español en la Guerra Civil Española. En 1940 huye a Toulouse cuando se enteró de la invasión de la Alemania nazi y se dedicó a ayudar a los refugiados y a la vez a profundizar en el socialismo marxista. Participó en la liberación de Paris.

El texto no pretende ser un tratado sobre las materias que se deben enseñar, sino que va más allá exponiendo los problemas centrales que son ignorados u olvidados y que sin embargo son necesarios para enseñar en el siglo en el que nos encontramos y que son aplicables a cualquier sociedad y cultura. Creo que esboza la columna vertebral donde se deben apoyar las prácticas educativas.

1. Las cegueras del conocimiento.

Hay que ser conscientes que no hay conocimiento que no esté amenazado por el error o la ilusión. El conocimiento no refleja la realidad tal cual es, ya que está mediada por nuestras percepciones, proyecciones, deseos, miedos, etc. El único modo de evitar el error o ilusión sería rechazando la afectividad, lago imposible pues el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad. La educación tendrá que enseñar un conocimiento que critique el propio conocimiento y que comprenda cómo funciona para no ser presa de nuestros propios errores.

2. Los principios de un conocimiento permanente.

Nos encontramos formando parte de la Aldea Globarl donde todo está interconectado, que precisa de nosotros un nuevo modo de pensar y resolver los problemas y las informaciones que nos llegan. Como dice E.Morin hay una inadecuación entre nuestros saberes desunidos, dividios, y las realidades multidimensionales, globales, planetarias. Además la especialización impide ver lo global y lo esencial, incluso impide tratar correctamente los problemas particulares que sólo pueden ser planteados y pensados en un contexto y no de forma aislada. La inteligencia parcelada es una inteligencia miope, destruye la posibilidad de comprensión, reflexión o una visión a largo plazo.

Tendremos que plantearnos si ese conocimiento fragmentado por disciplinas que se perpetua en las aulas, es pertinente para ese conocimiento globalizado que necesitamos para desenvolvernos en el nuevo contexto global.

3. Enseñar la condición humana.

El ser humano es un ser complejo constituido por la triada; individuo, especie, sociedad. El desarrollo verdaderamente humano implica el desarrollo simultáneo de la autonomía individua, de la participación en la sociedad y el sentido de pertenencia a la especie humana. La educación tiene que velar por este desarrollo y por que el individuo desarrolle su conciencia social e individual sin que la idea de individualidad borre su pluralidad y viceversa. A partir de las disciplinas actuales en las que el ser humano aparece fragmentado, sería posible reconocer su unidad y diversidad reuniendo y organizando los conocimientos dispersos en las ciencias naturales, humanas, literatura, filosofía.

4. Enseñar la identidad terrenal.

En los tiempos modernos se ha producido la revolución tecnológica que permite ser cada vez más uno pero que al mismo tiempo se divide. El europeo medio se encuentra ya en un circuito mundial del confort, circuito que aún está vedado a tres cuartas partes de la humanidad.

La perspectiva planetaria es imprescindible en la educación, esa perspectiva requiere un modo de pensamiento global, complejo que conciba tanto la unidad como la diversidad. Aprender a ser, vivir, compartir como humanos no solo de nuestra cultura individual sino también como habitantes de la Tierra.

5. Enfrentar las incertidumbres.

La historia no avanza de un modo lineal. Toda evolución es fruto de una desviación cuyo desarrollo transforma el sistema donde ha nacido; toda evolución desorganiza y organiza, pero también destruye. Puesto que vivimos en una época en continuo cambio, la educación tendrá que servir al individuo para aprender a enfrentar las incertidumbres. Las propias acciones que emprende el individuo son impredecibles a largo plazo para lo que habrá que aprender a ser consicentes de lo que implican nuestras decisiones, así como tener las estrategias necesarias (prudencia/audacia) que nos permitan modificar o anular la acción emprendida.

El conocimiento es navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas.

6. Enseñar la comprensión.

La comprensión se ha tornado una necesidad crucial para los humanos. Por eso la educación tiene que abordarla de manera directa: la comprensión interpersonal e intergrupal y la comprensión a escala planetaria. Tal como indica Morín la comunicación no implica comprensión. Los grandes enemigos de la comprensión son el egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo. Se podría mejorar la comprensión desarrollando actitudes de apertura empática hacia los demás y la tolerancia hacia las ideas y formas diferentes mientras no atenten a la dignidad humana. La educación del futuro tendrá que educar para la democracia.

7. La ética del género humano.

El ser humano se define en la triada individuo-sociedad-especie, para lo que no es suficiente la ética individual, sino que tenemos que avanzar hacia una ética válida para todos los individuos del planeta. El desarrollo verdaderamente humano debe comprender el desarrollo conjunto de la autonomía individual, la participación en la comunidad y la conciencia de pertenecer a la misma especie humana. LA educación tendrá que contribuir a la toma de conciencia de esa patria común que va más allá de las patrias particulares, y sobre todo permitir que esa conciencia se traduzca en la voluntad de realizar esa ciudadanía terrenal.

CONCLUSIÓN

El texto que nos ofrece Morín no es un esquema concebido como receta mágica, sino una “luz” que aspira a abrirnos los ojos para que reaccionemos y fijemos nuestra atención sobre esos detalles que por su simplicidad y cotidianidad pasan desapercibidos ante nuestros ojos y que son imprescindibles para desarrollar personas con estrategias suficientes para desenvolverse en el mundo en el que vivimos.

Creo que no es un libro sólo para educadores, sino para todos los ciudadanos. Solo desarrollando esa conciencia compleja de la que habla Morín podremos disfrutar con plenitud de este viaje que hemos emprendido o al que nos han apuntado.

Tal vez la educación (formal, informal y no formal) que recibe el individuo necesita ser repensada a la luz de estas reflexiones. Os invito a todos los que tenéis intervenís en el proceso educativo de las personas, que os toméis un tiempo para leer este documento.

Bibliografía: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”. Edgar Morín. ONU.

Modelos de Orientación.

Jaione Reta.

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